Si ha existido un fuerte crítico del Estoicismo en la historia, podríamos decir que el número uno fue Plutarco. Además, resulta ser una de las principales fuentes que recogen las doctrinas del Estoicismo original, con lo cual, los textos de este historiador vienen teniendo un doble uso práctico en el análisis de la filosofía Estoica:
- Recogen los motivos por los cuales el Estoicismo no tiene sentido
- Nos brindan la oportunidad de conocer con más detalle, en qué principios se sustentaron los primeros estoicos para forjar su doctrina.
Muchos que leen a Plutarco, no ven ningún sentido a su crítica e incluso son incapaces de rebatirla. ¿El principal motivo? El conocimiento que hemos adquirido del Estoicismo, no se asemeja a los principios que realmente se encuadran dentro de la doctrina Estoica original. Y esto es debido a la forma en la que ha proliferado la filosofía Estoica en esta última década.
Un fuerte interés por el Estoicismo de la última década
Es interesante observar este fenómeno, porque surgido de la nada, una ingente cantidad de personas alrededor del mundo, han empezado a mostrar un fuerte interés por esta filosofía que en el fondo es tan idealista como especulativa.
Es increíblemente difícil trazar la ruta con los motivos de esta proliferación. Siempre han habido escritores hablando de la filosofía y el interés ha sido generalmente, meramente académico, como en el caso de otras tantas miles de filosofías que cohabitan en el amplio espectro de especulaciones que nos rodea.
Pero, sin poder determinar una fecha exacta, podríamos decir, que aproximadamente entre el año 2012 y el 2013 fue cuando ciertos autores, empezaron a cocinar una propuesta apoyada en el Estoicismo, y que podría servir como catalizador para ayudar a resolver los males de muchos y de esta nuestra sociedad en general.
¿Qué ocurrió con el Estoicismo entre los años 2012 y 2013?
Hay que entender que, como todo en esta vida, el Estoicismo ha proliferado por una cuestión de marketing y que las personas que hay detrás de este marketing, han pretendido que esto así sea.
Por un lado, tenemos a un conjunto de autores dentro del encuadre de la “auto-ayuda” y que en las últimas dos décadas, han conseguido dominar esa sección en las librerías.
En primera instancia, está el padre, Robert Greene, autor de “Las 48 leyes del Poder“, el “El Arte de la Seducción” y “La Ley 50” entre otros éxitos que han copado los Bestsellers internacionales durante mucho tiempo. En las “48 Leyes del Poder” y sobre todo, en “La Ley 50” que hizo en colaboración con R. Holiday (el siguiente personaje), venían circunscritos ciertos elementos de ese supuesto Estoicismo. Más recientemente, escribió “The Laws of Human Nature”, donde ya hace una mención explícita a esta filosofía.
Por otro lado, uno de sus más aventajados discípulos, Ryan Holiday, autor de Best Sellers en el mundo del Marketing, tales como “Growth Hacker Marketing” y “Trust Me, I’m Lying” (“Confía en mí, estoy mintiendo” es la versión en Español), también se inmiscuyó fuertemente en el concepto de “Estoicismo” y lo abandero de la mano de Marco Aurelio. Con esto dio forma a dos libros que también han sido un claro empuje para esta filosofía y su espectacular crecimiento a partir del año 2014: “El Ego es el Enemigo“, “The Obstacle is the Way” (versión en Español, “El Obstáculo es el Camino” y el ) y el más reciente “Stillness in The Key” (todavía no ha sido traducido). También tiene una compilación de varios textos Estoicos comentados por él con la misma dinámica que los tres libros mencionados anteriormente: “The Daily Stoic” (traducida como “Estoicismo Cotidiano” solo disponible para comprar en EE.UU. y México).
También tenemos a otro famoso autor de “auto-ayuda” llamado Tim Ferriss, el cual cobró un gran reconocimiento en la industria, gracias a su libro “La semana laboral de 4 horas“, y decidió inmiscuirse también en esta filosofía, esta vez, poniendo el foco principal en Séneca con “The Tao of Seneca” (se puede descargar gratuitamente desde su web en inglés).
Son muchos los personajes de este privilegiado círculo de la promoción de la auto-ayuda, los que han decidido transformar al Estoicismo como una filosofía verdaderamente “práctica” para un estilo de vida “más saludable”.
Otro Best Seller, que no ahonda tanto en esas cuestiones filosóficas de auto-ayuda, pero que puso a Séneca también en un pedestal, como una gran referencia para dar sentido a sus textos fue Nassim Nicholas Taleb, autor de “Antifrágil“.
También hay otros autores, que aunque hayan venido estudiando el Estoicismo desde años atrás, no se han popularizado tanto como en estos últimos años, como es el caso del psicólogo Donald Robertson y el profesor Massimo Pigliucci que también dan continuidad a esta “nueva propuesta” del Estoicismo, que poco o nada tiene que ver con los textos originales que autores como Plutarco nos invitaban a leer.
¿Qué tienen en común todos estos autores “Estoicos”?
En primera instancia, hay un elemento que comparten todos y que da sentido al hecho de haber desarrollado un nuevo concepto de “Estoicismo” al que podríamos denominar “Estoicismo Moderno“, dado que poco o nada tiene que ver con los textos originales.
Esto se debe, a que, al haber tomado como referencia en exclusiva, los textos de los “tres estoicos principales” (Marco Aurelio, Epicteto y Séneca), el resultado ha sido muy poco homogéneo, dado que estos tres personajes de la historia, poco tenían en común, salvo algunos principios Estoicos dispares, y muchos principios de otras filosofías, como el fuerte Aristotelismo/Platonismo de Marco Aurelio, el Epicureanismo de Séneca y el Cinismo de Epicteto.
Por tanto, y como cabe esperar, la mezcla final surte en una suma de conceptos Epicúreos, Cínicos, Aristotélico/Platónico/Normativistas con una pizca de Escepticismo y dos tazas de Estoicismo disuelto en esta rara mezcolanza que antiguamente se denominaba Eclecticismo, para pasar a llamarse en la actualidad Estoicismo Moderno.
Es importante dejar claro esto antes de empezar con el análisis, por una sencilla razón: El Estoicismo original, que criticaba Plutarco, no tiene nada que ver con esta disolución filosófica de “Estoicismo” y otras filosofías a partes iguales, que han desarrollado estos personajes.
Si tú llegaste al Estoicismo a través de cualquiera de estas personas, es probable que lo que leas a continuación te resulte, total o en parte, ajeno a los principios Estoicos que hayas leído. Aunque si has leído algo más de la filosofía Estoica Original, puede resultar de interés entender los principios por los que se rige esta crítica.
Contra el Estoicismo: Los problemas de la Virtud y el Progreso
Plutarco, escribió una compilación de textos que en la actualidad se recogen bajo el nombre de “Moralia“. Varios de los textos que ahí se incluían, solo por el título, ya era posible intuir una clara inconveniencia contra los principios estoicos.
Principalmente hay tres textos que destacar:
- Sobres las ideas comunes contra los Estoicos (De communibus notitiis adversus Stoicos)
- Las contradicciones de los Estoicos (De Stoicorum repugnantiis)
- Los estoicos dicen más disparates que los poetas (Stoicos absurdiora poetis dicere)
A esto hay que sumarle, otro texto dirigido a su amigo Sosio Seneción, “Cómo una persona debe ser consciente de su progreso en la Virtud” (Quomodo quis suos in virtute sentiat profectus). Es en este texto donde hace la principal crítica a los conceptos Estoicos relativos a la Virtud a parte de explicar su visión personal sobre el progreso moral.
¿Por qué los Estoicos rechazaron el progreso en la Virtud?
Se sabe de primera mano que los Estoicos rechazaron el progreso moral, porque fue Plutarco quien hizo el principal manifiesto girando entorno a este principio y sacó a la palestra varios de dichos más populares de los primeros Estoicos (dado que en la actualidad no se conserva ningún texto original), como aquel de Crisipo que decía así:
Pero podrías estar pensando: “¿Cómo es esto posible? Yo He leído claramente en los textos de Epicteto, que el progreso moral se puede dar con esfuerzo (de hecho, es cierto que este concepto aparece un total de 51 veces en sus textos), y claramente me han dicho que Epicteto fue un filósofo Estoico, ¿no es cierto?”
Con independencia de lo que escribieran los tres “estoicos romanos” más populares, Séneca, Marco Aurelio y Epicteto (o seis, contando con Musonio Rufo y los menos relevantes, Hierocles y Cleómedes), los textos de los Estoicos originales no fueron necesariamente en la misma dinámica que estos.
Además, no hay que olvidar, que Plutarco criticaba esto, desde una postura eminentemente Platónica. Esto simbolizaba el hecho, de que para que existiera un progreso en la Virtud, era necesario que existieran grados de Virtud moral, tanto en el Bien como en el Mal, algo que en el Estoicismo no ocurría.
Para el Estoicismo, la Virtud era un solo grado, así como el Vicio también era único. Es decir, que visto desde un ejemplo, en el Estoicismo, no era menos malo saltarse un semáforo sin atropellar a nadie, que saltárselo atropellándolo, si el motivo para habérselo saltado era el mismo. Ambos eran decisiones Viciosas por igual y situaban a la persona todavía en una posición lejana a la del extraño “Sabio Estoico” que tanto repite Crisipo.
Para un Peripátetico, trabajando en librarse de la concupiscencia irracional, haber comido menos golosamente, era claramente un símbolo de progreso. Para un Estoico, daba igual haberse atiborrado durante el desayuno, comida, merienda y cena. Solo con el hecho de haberse atiborrado una sola vez en el día, la persona ya era meritoria de recibir su condecoración Viciosa (y esto descontando las otras miles de decisiones Viciosas que seguramente ya habrían dado a lo largo de un día cualquiera).
Por eso, los académicos o eruditos universitarios, nos han venido sugiriendo, que el Estoicismo original, nunca fue plato de buen gusto en general, entre los estudiosos de filosofía, y que fueron varios, los Escolarcas Estoicos a partir de Crisipo, los que intentaron darle una vuelta de tuerca a esta temática para hacerla más atractiva al populacho.
¿De dónde sacaron esa vuelta de tuerca para darle progreso a la Virtud?
Como ya se ha sugerido, era necesario tirar de alguna otra filosofía para dotar de la “característica” del progreso a la Virtud dado que intrínsecamente el Estoicismo no lo permitía por doctrina.
Por un lado, el sentido obvio, lo leemos en Cicerón, el cual claramente demuestra y aúna, que el progreso Estoico en la Virtud, se dio a través de la gestión de los indiferentes que, contrarios a la Virtud, si tenían grados de Valor (áxia, άξιος). Si nos centramos en cómo interactuamos con los indiferentes, sí podríamos llegar a alcanzar cierto grado de progreso.
¿Cómo? A través de las dos virtudes no intelectuales (DL, 7.90-91) y que interactúan, de manera directa con estos:
- El Coraje (andreia), para enfrentar los miedos derivados de los indiferentes
- La Templanza (sṓphrōnsúnē), para enfrentar el placer y la necesidad derivado también de los mismos.
De aquí, existen dos formas de interpretarlo y superarlo:
- La propuesta de Cicerón, que relaja el concepto de Virtud, y regresa a los indiferentes para graduarlos y darles una importancia mayor, tal como hizo Aristóteles en sus Éticas Nicomáqueas. Esto da sentido a la Justicia y a la prudencia y se crea un halo de Normativismo que podemos leer en todas las obras del mismo, así como en los diálogos y las consolaciones de Séneca
- La propuesta de Epicteto, que sin relajar el concepto de Virtud y sabe de primera mano que existen personas (como su instructor Agatóbulo) que han progresado. Esta es la propuesta Cínica, que no solo observó Epicteto, sino que también observaron los Epicúreos, Séneca en sus Epistólas, e incluso algunos de los tardíos Estoicos como Posidonio (Diógenes Laercio, 7.91)
El progreso moral no pertenece al Estoicismo.
Por eso, hay que tener claro, que lo que hoy entendemos como Prokoptón, o “aquel que progresa” no es un concepto originalmente Estoico. Es un constructo creado íntegramente por Epicteto. El concepto de “prokopé” (progresar), sí se dio en otros autores que giran entorno a la filosofía:
- Marco Aurelio, hace breve mención al progreso, en cuanto a sus estudios de dialéctica se refiere (Meditaciones 1.17)
- Séneca, también hace mención al progreso: progreso moral que subdivide en tres niveles, lo más cercano al Estoicismo original que vamos a ver en la filosofía, siendo el primer nivel el del Sabio Estoico, y los dos siguientes, los niveles a los que él considera que toda persona debe aspirar, y que se relacionan mucho mejor con la propuesta Epicúrea (Epístolas Morales a Lucilio, 9.75.8)
- El propio Zenón, hace también mención tímidamente al progreso moral (DL 7.106 y 7.107) como un indiferente que no depende de externalidades, cosa que carece de sentido, que suma a la fuerte crítica de Plutarco (y que Crisipo tuvo que corregir años más tarde). Precisamente Epicteto contraría esto (Enquiridión 48.2), siendo el progreso, uno de los elementos que sí dependen de uno y por ende, componentes de su concepto de Virtud.
Conclusiones contra el progreso en la Virtud
Si queremos apostar por la filosofía de Epicteto, ajena por completo en este aspecto a lo que el Estoicismo Original nos plantea, seguramente nos resulte más atractiva su propuesta, y podamos encontrar cabida en ella en nuestra práctica habitual. Precisamente este es uno de los elementos que más han capitalizado los autores del “Estoicismo Moderno“: buscar el pragmatismo y dejar esos aspectos teóricos, lógicos y metafísicos a un lado, que para ellos, no aportan absolutamente nada a esta vida moderna.
Para los primeros Estoicos como Crisipo, a través de un fuerte estudio y entendimiento de los principios Lógicos que él mismo proponía y aceptando ciegamente las premisas metafísicas de un Universo que urde un plan perfecto con nosotros como meras marionetas, tenía un gran sentido que fuera posible, en algún punto de nuestra existencia, alcanzar un grado súbito de iluminación y por ende, acceder a la Virtud dejando atrás definitivamente todo rastro de nuestro Vicio pasado.
No existe ningún modelo humano, salvo Sócrates, el Buda Estoico, de este supuesto estado de iluminación. Es por ello, que es muy difícil de enseñar esta teoría, y apenas existen personas que lleguen a confraternizar genuinamente con el Estoicismo original (pese a que hay cientos si no miles, que se sienten fascinados por esta filosofía tras leer alguno de los textos modernos que comenté en la introducción).
En el fondo, la propuesta del Estoicismo original tiene cierta lógica: a fin de cuentas, los seres humanos viciosos, confundimos auto-superación con auto-satisfacción, algo que ha sido ampliamente estudiado. Y forma parte de la auto-satisfacción como la necesidad de saber en qué punto estamos (una forma de reconocimiento o auto-reconocimiento). Siendo así esta, una necesidad como cualquier otra, y por ende, símbolo de deseo como un Vicio. Por eso, tiene lógica creer que la mera expectativa de superación como satisfacción, también tuviera que ser forzosamente desechada de la ecuación Estoica para dar cierto grado de sentido lógico a la fórmula final.
Contra el Estoicismo: La incongruencia de los deberes
Si nos centramos en aquello que posiblemente fuera más importante para los Estoicos, el Logos, vivir conforme a la Naturaleza, es vivir conforme a lo que dictamina el Logos. Pero cuando hablamos de Logos, generalmente nos vienen a la cabeza conceptos como sabiduría y razón (razón lógica), de ahí que sea comúnmente traducido y utilizado como sufijo. Pienso que esto es un gran error, dado que esto es en realidad una traducción muy pobre que da lugar a grandes malentendidos.
Por lo que hemos podido asimilar de los textos antiguos, la forma más pragmática de visualizar al Logos es a través de aquellos conceptos que identifican las culturas orientales tales como la meditación o el mindfulness. Ese estado mental que no es dirigido por las emociones, y que suele también ser conocido como “el momento presente”. Es una interpretación de como es la realidad tal cual, sin juicios y opiniones.
La parte más compleja de esta historia llega cuando Zenón decidió incluir los deberes como parte de la vida conforme a la naturaleza.
Aunque el Estoicismo siempre haya tratado de enfocarse en ser una “filosofía libre de juicios” donde “todo es perfecto”, al introducir los deberes en el cocktail, automáticamente los juicios y las opiniones aparecen por todas partes. Esto hace que el sistema se vuelve inestable y complejo por múltiples razones:
- Los deberes forman parte de la vida conforme a la naturaleza (los humanos tienen deberes porque la naturaleza se los ha asignado)
- La Virtud también consiste en vivir conforme a la naturaleza
- Pero los deberes no son necesariamente parte de la Virtud
- Aunque, la Virtud se ejecuta a través de los deberes
- Por tanto, los deberes son una parte importante de la Virtud para vivir conforme a la naturaleza, pero no son buenos per se (dado que la Virtud es lo único bueno)
Esto nos lleva a ver los deberes como una expresión de nuestras preferencias morales (indiferentes). Pero nuestras preferencias morales no son una expresión de nuestros deberes necesariamente. Por tanto, existiría una fuerte relación entre los preferidos indiferentes y los deberes, que marcaría la diferencia, por ejemplo, entre que una persona que es un doctor, y otra que es un soldado. O un hombre que sea padre, y otro que haya decidido servir como mensajero de los Dioses (los Cínicos, según Epicteto).
Los deberes no pueden proliferar sin la Virtud, pero la Virtud no puede hacerse sin los Deberes
Algunas personas encuentran dificultades al definir sus deberes , porque encuentran dificultades al definir sus preferencias morales. Las preferencias morales son principalmente culturales, aunque los deberes formen parte de una vida conforme a la naturaleza. Por tanto, si los deberes son una expresión de la vida conforme a la naturaleza, y las preferencias morales no, pero los deberes son una expresión de las preferencias morales, aquí existe una fuerte incongruencia.Los deberes no deben formar parte de la Virtud. Los deberes solo fueron un mal arreglo de la influencia Académica en el Estoicismo de Zenón, haciendo que el Estoicismo fuera una filosofía rota e incongruente.
Este artículo está todavía sin terminar.