Epístola 1

Epístola primera de las Epístolas Morales a Lucilio

Traducciones

Traducción de Francisco Navarro y Calvo

Del uso del tiempo

[1] De tal manera debes obrar, querido Lucilio, que seas dueño de ti mismo, y recoge y conserva el tiempo que acostumbran a arrebatarte, sustraerte, o que dejas perder. Persuádete de que te escribo cosas ciertas: nos arrebatan parte del tiempo, nos lo sustraen o la dejamos perder. La peor de todas estas pérdidas es la que ocurre por negligencia propia; y, si atentamente lo consideras, verás que se emplea considerable parte de la vida en obrar mal, mayor aún en no hacer nada, y toda en hacer lo contrario de lo que se debía.

[2] ¿Quién me presentarás que dé su verdadero valor al tiempo? ¿que aprecie el día? ¿que comprenda que diariamente se acerca a la muerte? Nos engañamos al considerar que la muerte está lejos de nosotros, cuando su mayor parte ha pasado ya, porque todo el tiempo trascurrido pertenece a la muerte.

[3] Haz, pues, querido Lucilio, lo que me escribes que haces; emplea bien todas las horas, y menos necesitarás del porvenir, cuanto mejor trabajes en el presente. Mientras nos detenemos, trascurre el tiempo. Todas las cosas nos son ajenas, querido Lucilio; solamente es nuestro el tiempo. De esta única cosa nos puso en posesión la naturaleza, pero es tan ligera y resbaladiza que nos la puede quitar cualquiera; y tal es la necedad de los hombres, que agradecen las bagatelas que se les conceden y por nada cuentan el tiempo que se les ha dado y que sin embargo tan grande cosa es que ni el más generoso podría pagar jamás.

[4] Me preguntarás tal vez qué hago yo que tales consejos te doy. Confesaré ingenuamente que obro como los que viven en el lujo, pero con economía: llevo cuenta de mis gastos. No puedo decir que no pierdo nada, pero diré cuánto y cómo pierdo; es decir, daré cuenta de mi pobreza. Ocúrreme como a los que han caído en estrechez sin culpa propia: todos les compadecen y ninguno les socorre.

[5] ¿Qué importa? No contemplo pobre al que se contenta con lo que le queda. Te deseo, sin embargo, que conserves lo poco que tienes, y que comiences desde temprano; porque, como decían nuestros mayores, inútil es la economía cuando no queda ya nada. Lo que queda en el fondo no solamente es poco, sino que además es malo. Adiós.

Referencias

  • Epístolas morales por Lucio Anneo Séneca, Epístola I, Traducción directa del latín por D. Francisco Navarro y Calvo (1884)