Libro 33 – Capítulos 40 al 55

Trigésimo tercer libro del Enquiridión, Manual de Epicteto o Manual de Vida, de Arriano

Traducciones

Traducción de D.J.O.P

Capítulo 40

[1] Ordénate para ti mismo una fórmula o modelo que guardes, tanto cuando estés solo, como cuando estés con otros.

Capítulo 41

[2] Guárdese silencio en cuanto se pueda: o háblese lo necesario solamente, y con las menos palabras posibles. Rara vez, y solo pidiéndolo la ocasión, saldremos a hablar en público. Ni hablaremos de cualquier cosa: no de gladiadores, no de circenses, no de atletas, no de comidas ni bebidas, como regularmente se hace. Y si por ventura habláremos de los hombres, ni los exaltemos, ni los comparemos unos con otros.

Capítulo 42

[3] Reduce si puedes las palabras de tus familiares a Ias tuyas: pero si fueres sorprendido de extraños, calla.

Capítulo 43

[4] La risa ni sea mucha, ni por muchas cosas, ni desmoderada.

Capítulo 44

[5] Evita absolutamente si puedes el juramento. Si no puedes evitarlo en todo, evítalo en lo que puedas.

Capítulo 45

[6] Huye de los convites públicos y vulgares. Pero si alguna vez lo trajese la ocasión, guárdate de caer en vulgaridades. Pues debes entender, que, si los compañeros están coinquinados, se coinquinará también el que se les arrime, por más puro que esté.

Capítulo 46

[7] Admite las cosas necesarias al cuerpo, solamente en cuanto sirven también al espíritu: la comida, la bebida, el vestido, la casa, la familia. Pero proscribe lo que solo sirve al fasto y a las delicias.

Capítulo 47

[8] Procura con todas tus fuerzas conservarte puro de las cosas venéreas mientras no eres casado. Si las tocares, sea legítimamente. Pero no molestes ni reprehendas a los que las usan, ni te alabes de tu continencia.

Capítulo 48

[9] Si alguno te anuncia que otro habla mal de ti, no contradigas el anuncio, sino responde: En verdad que no sabía él otros vicios que yo tengo; pues si los supiera, no hubiera dicho aquellos solos.

Capítulo 49

[10] No es necesario frecuentar mucho los espectáculos: pero si la coyuntura lo pidiere, no ostentes cuidarte de otros, sino solo de ti mismo; esto es, desea se haga solo lo que se hace, y que venza quien vence. Así no te verás embarazado. Te abstendrás absolutamente de clamores, risas y de grandes conmociones. Aun después de haber salido del espectáculo no hables mucho de lo ejecutado en él, puesto que de nada sirve para tu corrección. De lo contrario parecerá te ha maravillado lo que viste.

Capítulo 50

[11] No concurras fácilmente a los corrillos: pero en caso de hallarte en alguno, guarda gravedad y compostura, y a nadie seas molesto.

Capítulo 51

[12] Cuando tengas negocio que tratar con alguno, singularmente con superiores, proponte primero que es lo que haría en aquel como Sócrates o Zenón. Así no te verás dudoso en lo que debes hacer en el negocio.

Capítulo 52

[13] Cuando vayas a ver a algún magnate, proponte que no lo hallarás en casa, que a la sazón estará recogido, que te cerrarán las puertas, que ningún caso hará de ti. Si con todo eso conviene ir, sufre lo que venga: ni digas jamás contigo mismo, que no fue tanto; pues esto es de idiotas y de quien se manifiesta a favor de lo vulgar.

Capítulo 53

[14] En las conversaciones familiares abstente de narrar prolijamente tus hechos y peligros; pues aunque tú gustarás de referir tus hazañas y sucesos, a los otros no será grato el oírlos.

Capítulo 54

[15] También debes excusar esto por no mover a risa; pues de ello es muy fácil la caída en idiotismo, y al mismo tiempo es capaz de degradarte en el concepto de tus amigos.

Capítulo 55

[16] También es peligroso intervenir a razonamientos obscenos. Si tal aconteciere, reprehenderás al razonador si tienes ocasión oportuna: pero si no, a lo menos con el silencio, con el pudor del aspecto y con la tristeza, le mostrarás te desagradó lo que dijo.

Referencias